jueves, 31 de mayo de 2012

Counselling de familia

                                                                                                              Volver
Podemos tranquilamente equiparar la relación en la familia a nuestra necesidad de oxígeno para la vida:
Si tenemos suficiente oxígeno ni siquiera percibimos su importancia, pero si nos falta no hay ninguna otra tarea más importante que respirar. Lo mismo ocurre con nuestros vínculos afectivos, si están seguros, cuidados y nos nutren, podemos ocuparnos del resto de nuestras funciones (amistad, ocio, trabajo, sociales y culturales), pero si están mal, pasan a ser el centro de una vida sin goce ni perspectiva posible.

Es precisamente a partir de la necesidad de encontrar explicación a una compleja realidad familiar, que los terapeutas procuraron nutrirse de elementos distintos a las terapias clásicas (que ya no podían satisfacer las necesidades de alivio de las personas), y se crea así el paradigma sistémico, que se utiliza frecuentemente desde la década de 1970.
Ya dejamos de preguntarnos: ¿Porqué? y comenzamos a preguntarnos: ¿Para qué?
Procuramos comprender para qué le sirve al sistema funcionar como lo hace.

El contexto facilita que determinadas conductas o modalidades aparezcan y perduren. Se modifica el contexto a través de introducir miradas diferentes dentro del mismo ámbito, no se busca patología o enfermedad, se habla de cambio, se trabaja sobre la estructura de la familia, se provoca el cambio a partir de las relaciones.
Se focaliza la mirada en la relación, desde la perspectiva individual a un sistema vincular, donde encontramos también subsistemas bifrontes (la familia se puede caracterizar como un subsistema de la sociedad), alianzas, juegos de poder, secretos y demás, que conforman una causalidad circular.

Esta perspectiva recibe también el nombre de autorreferencia, la averiguación del “cómo” es entonces mas importante que el “porqué”. Se desplaza desde el contenido al proceso, es decir nos preguntamos ¿Cómo se da? ¿Cuándo comenzó? ¿Cuál es mi parte?, y no interpretamos, sino que indagamos para poder juntos (Consultantes y Counselor), encontrar explicaciones y alternativas saludables.

Los pilares del paradigma sistémico son:

1. La Teoría de la Comunicación

2. La Teoría General de los Sistemas

3. La Cibernética

¿Para qué nos sirve todo esto?

Precisamente la idea es llegar a una comprensión de que mientras más grave es el síntoma (gritos, peleas, retrocesos, aburrimiento, engaño, estancamiento, tristeza y demás), más resistente al cambio será y esto dificulta que quienes estén dentro del sistema (involucrados emocionalmente), puedan encontrar una salida sin que haya ningún cambio respecto a las soluciones intentadas que sin duda han fallado.
En este punto es donde puedo intervenir (como agente de cambio), y promover una visión diferente del supuesto “problema” que trans-forme la dinámica a partir de nueva información, ya que ahora el nuevo sistema en el proceso de Counseling estará integrado por la familia y el Counselor.

En palabras de Maruyama:

“Una vez que un sistema arranca en la dirección correcta y con suficiente impulso inicial, las retroalimentaciones positivas mutuas que amplían la desviación pasan a controlar el proceso, y el desarrollo consecuente será desproporcionadamente grande en comparación con ese impulso inicial.”

Algunas estrategias y elementos que se utilizan:


Considerando a la familia como un complejo sistema compuesto de individuos que comparten un proyecto de vida en común, trabajo en la búsqueda de información respecto a cada punto de vista. Para ello una ayuda fundamental la da el Genograma, que es una representación gráfica o de símbolos que muestran la relación y posibles alianzas o modos de vincularse en la dinámica familiar, con el fin de enseñar de manera gráfica e intuitiva, información importante para los miembros de la familia, y que pueda ser utilizada en procura de modificar el sistema que mantiene la dificultad.

También trabajo desde lo estructural, viendo como se desempeñan los roles familiares; desde lo estratégico indicando tareas, detectando contradicciones, sugiriendo posibilidades y demás. Se reformulan ideas, mitos y creencias, se aclaran secretos entre los miembros del grupo familiar si es necesario y muchas otras técnicas que permiten diseñar las intervenciones para provocar un cambio en el sistema que sea favorable para resolver el motivo de la consulta en poco tiempo.

Algunas situaciones de consulta son:



Problemas de conducta o rendimiento escolar de los hijos.


Dificultades para afrontar o aceptar los cambios en la disposición familiar.


Inclusión o acomodamientos de un nuevo integrante en la familia.


Falta de cohesión o libertad familiar.


Aceptación de los cambios económicos, de salud, mudanza de un miembro o toda la familia.


Duelo.


Enfermedad de un miembro de la familia.


Necesidad de provocar una dinámica familiar diferente.

Desde la complejidad actual, se hace muy difícil determinar quienes integran la familia y de que modo sería deseable que los integrantes del grupo familiar funcionen en lo cotidiano, mucho menos definir el rol de los mismos. A veces los diferentes estados evolutivos y/o emocionales por los que atraviesan los miembros de un grupo familiar agregan dificultades para integrar una convivencia y hacer de ella una plataforma firme y segura que apoye la búsqueda individual de crecimiento en un contexto complejo.

La necesidad de mutua representación interna y de convertirse en un espacio seguro de identidad hace de la familia el grupo primario y fundamental en el aprendizaje social, determinando funciones complementarias y a veces simétricas que requieren de amor, adaptabilidad, aceptación, buena voluntad, compromiso, paciencia y muchas otras características necesarias para una convivencia armónica, que dará como resultado una dinámica conducente a la individualización y crecimiento de cada uno de los miembros, teniendo en cuenta las necesidades grupales.

Quizás el deterioro social tenga su génesis en la compleja realidad familiar atravesada por dificultades de índole económica, política, cultural, de seguridad entre otras y la recomposición de los vínculos familiares sea la respuesta para comenzar a dilucidar una posibilidad al menos distinta de relacionarnos, cuidarnos mutuamente y compartir lo mejor que cada uno tiene para dar.

La modalidad de trabajo se basa en la indagación de datos que permitan conocer las necesidades, búsquedas, intereses y deseos de los distintos protagonistas y la comprensión del funcionamiento del sistema familiar, para poder generar el cambio que sea conducente al despliegue de las potencialidades y felicidad de cada miembro.

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